A little spice [1983]
La formación Loose End lanzó en 1981-82 dos singles, su primer material: In the sky, y We´ve arrived, producidos por Chris & Eddie Amoo, los líderes de la banda británica The Real Thing. En 1983 cambiaron el nombre de la banda añadiéndole una –s- Loose Ends, publicando el single Don't hold back your love, que incluía en la Cara B No stranger to darkness, escritas y producidas ya por el grupo, y aunque tenían un sonido con buena factura discosoul, el trío aún no conduce su mismidad. El grupo comienza realmente con A little spice, su álbum debut en 1984, con Virgin Records [Loose Ends fue la primera banda con todos sus componentes negros que fichó el sello]. Temas rápidos como Tell me what you want o Dial 999 dan fe del potencial de la banda -Funk siendo Soul-, que en estas dos piezas enseñan ya la facilidad para las melodías múltiples -jugosas en acordes paisajísticos-, sostenidas por una actitud rítmica que les definen como gran banda de Soul de los ochenta.
Parte de la responsabilidad de este sonido se le debe a Nick Martinelli, productor americano formado bajo el amparo de Motown, que catapultó su prestigio produciendo y participando en el sonido de los primeros cuatro álbumes de Loose Ends. Sólo hay que comparar el sonido de Loose Ends con el otro grupo británico I Level, su contemporáneo, también de Virgin, para darnos cuenta de la Loosendeidad. Feel so right es el tema que más me gusta del disco, música para soñar. Es un medio tiempo sensual con la batería marcada, estribillos al oído y pellizcos dulces de guitarra, que imagino como canción de cabecera para nuestros Presuntos Implicados, trío español con voz femenina principal, como Loose Ends. Music takes my higher y Choose me, van en la misma línea. Coros de condición amable, en el sentido positivo de la palabra, que te arropan como una madre a su pequeño, al deshacer la cama por un mal sueño. A little Spice titula y cierra el álbum, a modo de BossaFunk casi instrumental, para sonorizar escenas nocturnas de paseo marítimo: -umbral entre la ciudad y el océano, con poética visual de hotel y playa-.
Todas las melodías del álbum y de los dos siguientes son pegadizas –o mejor, recordables-, a la vez que complejas, cosa difícil y meritosa. El álbum no tiene un tema claro para pinchar a hora punta, aunque sabemos que este detalle no determina la calidad de un trabajo musical. En la portada aparecen los tres, Jane Eugene, Carl “Macca” McIntosh, y Steve Nichol, -fundador del grupo-, vestidos de rojo y ocre, con una pirámide como única escenografía, primera evocación desértica de la banda. El álbum tiene un encantador afán demostrativo, característica de los artistas que empiezan, que en algunos pasajes roza el virtuosismo instrumental. Para un primer álbum quizá tenga que ser así: los artistas jóvenes ponen en un mismo trabajo todos sus recursos, que en la madurez quitan. El disco es mi vinilo Nº3, comprado en los Electrodomésticos Sánchez de Granada, en 1988, que guardo como fetiche de estudiante.
So where are you [1985]
En So where are you [1985] el grupo sosiega su ímpetu inicial y alcanza la primera cota de su mismidad. El álbum tiene serenidad, como la del arquero cuando apunta, seguro de poder hacer diana. Contiene uno de los tres hits de la banda: Hangin´on a string [contemplating] equidistante entre S.O.S Band y Mtume. No exagero. El tema fue elegido para inaugurar el SoulTrain de la televisión británica; tiene la contundencia de Juicy fruit de Mtume, y Just he way you like it, de S.O.S Band, con un paisaje semejante al desarrollo instrumental de She´s Strange, de Cameo; con lo cual estoy afirmando que Loose Ends –grupo inglés de los ochenta- es una estrella en primer plano de la constelación negra. En la entrevista que concedió el grupo en marzo de 1985 a la revista británica Blues & Soul [Nº428], se reconocían entusiastas de Mtume, Kashif, Phyllis Hyman o Eugene Wilde, a quien veían tocar en el Club The Library, de Philadelphia, ciudad donde residía su productor Nick Martinelli. Tal era la amistad y afinidad profesional, que Steve Nichol se refería a él como el cuarto miembro de Loose Ends.
El resto del álbum navega entre melodías sentimentales, por ejemplo You can´t stop the rain [que recuerda de nuevo la base rítmica de la posterior Alma de Blues, de Presuntos Implicados]. Medios tiempos sinuosos, muy bellos, como The sweetets pain, compuesta por el maestro Dexter Wansel, conductor de los teclados atmosféricos de todo el disco; razón extra para comprarlo-. Y So where are you, preciosa, sin más adjetivos. El disco tiene un misterio para mí, contiene una versión de Golden years, original de David Bowie, y confieso que aunque Loose Ends la trae a su terreno, y al oído resulta correcta, me molesta. Al margen de esta espina, el concepto de la imagen del grupo comienza a mirar a África. Hasta la disgregación de la banda en1989, todos sus álbumes y casi todos los maxis tienen como escenografía natural el desierto, rincones selváticos o playas salvajes, quizá para explicitar una genealogía directa Londres – Afroamérica - África. A Jane Eugene es frecuente verla con un pañuelo en el pelo, como evocación musulmana, y a Carl McIntosh con camisa estampada de indudable inspiración africana. En la portada de So where are you descansan en un interior, que aunque a color, recuerda el Café de Rick de la película Casablanca, que recrea la ciudad marroquí. En este álbum inauguran logotipo geométrico, estilo Malevich.
Zagora [1986]
Y llegamos a Zagora, su mejor disco, grabado en 1986. Contiene los otros dos éxitos del grupo. Stay a little while, child, y Slow down, delicia de raperos y pinchadiscos de medios tiempos apaisados. Descubrí a Loose Ends en una cinta que me grabó Pepe, nunca supe su apellido, discjockey de la Discoteca Pomelo en Fuengirola, en el verano del 86, que el año anterior lo fue de la Discoteca Picapiedra, en Carvajal. Mientras mis conocidos modernos iban a Pink a bailar U2, mi amigo Ángel Ventura y yo íbamos a Pomelo a por alimento Funk. Esa cinta viajó con nosotros de Fuengirola a Jerez, donde la escuchamos una y otra vez en una habitación con literas de un campo de trabajo arqueológico. Stay a little while, child será para siempre la música de aquel verano.
La semana pasada cogí un tren a Fuengirola, fui a ver qué quedaba de la Discoteca Pomelo. Necesitaba revivir, comprobar si había restos en la pared del luminoso, algún rastro de la entrada situada en la planta baja de la urbanización Perla 3, algo que me reactivara sentimientos dormidos. Encontré en su lugar un chino [Todo a 100, para entendernos]. No quedaba nada de la discoteca salvo un ornamento azul en la puerta, -que me atizó la emoción como un latigazo, de los que gustan- sepultado por un batiburrillo de colchonetas multicolor y barcas de goma colgadas de la pared. Le hice foto por supuesto.
Stay a little while, child comienza con una intro arabeizante, como esa música de película que anticipa la llegada del sultán; y luego una base perfecta, -para qué más calificativos en cuanto a la programación rítmica, si es así-, que en el maxi se multiplica. Como siempre, la canción es rica en lejanías, sintetizadores alargados y punteos con eco, para sugerir el crepúsculo desde lo alto de una duna. El disco vuelve a estar sembrado de vegetación jazzística, momentos de electrofunk seductor, y la voz personalísima de Jane Eugene.
Zagora es su mejor disco, la cumbre de Loose Ends y su mismidad. Night of pleasure es un medio tiempo sensual, en la línea de Slow Down, que evoca sin querer Bagdag: jardines oscuros, noche rasa, princesas descalzas, y estrellas. Se cierra el álbum con un tema que son dos, Rainbow, -Bossa-, y Take a train, Jazz, propio de un musical, de nuevo como demostración del vituosismo instrumental. El dossier de prensa del álbum explicaba el significado de Zagora: “The car breaks down, they are out of water, lost and in the distance they can hear the faint crack of gun shots. The gun shots comes from a tribe of nomads, who give the water and send them in the direction of a nearby village, called "Zagora"...a real paradise in the middle of nowhere.” Un paraíso real en medio de la nada.
Stay a little way, child [12"]
Y antes de Real Chuckeeboo, su siguiente elepé, insisto en esta relación: Mtume, S.O.S Band, Loose Ends. De hecho, Nick Martinelli produjo también para Five Star o 52nd Street, pero con Loose Ends formó un sintagma; la pareja ideal, ejemplo de amor, ejemplo de ElectroSoul.
Real Chuckeeboo es el principio del declive. Un álbum más duro, más Funk, pero de 1988, cosecha que a mi gusto no ha resistido bien el tiempo por la endeblez del sonido de la batería, que pocos grupos supieron mantener con vigor. Me quedo con los discos anteriores. El álbum se acerca -por fecha- al fin de la coyuntura de la música negra británica, -en este año cambia el ciclo y las maneras, abriéndose paso el AcidJazz-.
La trayectoria de Loose Ends me recuerda esa imagen del ciclista que inicia la escapada en solitario, siendo alcanzado por el pelotón justo antes de llegar a la meta. El grupo británico Brand New Heavies es deudor del concepto melódico de Loose Ends –ese talante simpático-. Pero ya sabemos que los eslabones de la cadena cultural se engarzan así. En el arte va implícita la transferencia del conocimiento. En Real Chuckeboo se nota además la influencia de Cameo, en temas como Life, y sobretodo Remote Control, donde Carl McInstosh nasaliza la voz como Larry Blackmon –ver Informe Cameo, Enlacefunk Nº28-. Contaron con otro de los grandes, Leon Ware, que produjo Easier said that done [es más fácil decir que hacer, ahí queda esa verdad], con un sonido alejado ya de las producciones para Minnie Riperton o Marvin Gaye, que no consiguió hacer brillar al disco. Tampoco los tres temas unidos de la Cara A que confluyen en el título del álbum: a) Tomorrow b) Mr. Bachelor c) You´ve just got to have it all que aun siendo de baile no funcionan. Sin embargo, lo mejor de esta hornada son los temas del maxi Mr. Bachelor [vex mix], donde la remezcla rotundiza la canción acercándola a las mejor época de Nick Martinelli; también Johnny Broadhead [part 2 remix]; y el tema inédito Too much.
Algo se quebró después de este álbum, y la banda sufrió una ruptura. Todo apunta a diferencias creativas y conflictos en los ensayos entre Steve Nichol y Carl McIntosh. A su vez Jane Eugene tenía claro que la dirección del grupo debía alcanzar el horizonte americano de L.A. Babyface o Jimmy Jam & Terry Lewis. En 1990 aparece el nuevo álbum de Loose Ends, Look How Long. En la portada se ve solo la cara de Carl McIntosh, en grande, y por detrás tres cantantes, dando prioridad visual a Linda Carriére, la nueva voz femenina principal. Estaba claro en la creatividad visual que ya no era un grupo. En la portada sólo un miembro, en la contraportada tres caras de mujer de distintos tamaños, que más recuerda a un collage en la carpeta de una colegial. Efectivamente, Carl McIntosh escribe, compone, arregla y produce todas las canciones. Jane Eugene y Steve Nichol habían quedado fuera de Loose Ends.
El disco es mucho mejor que el anterior, a pesar del acercamiento a la moda: contiene samplers al uso como Funky drummer de James Brown, tan usado entonces, y multitud de guiños rítmicos New Jack Swing. Se echa mucho de menos la formación original. La voz de Jane Eugene, así como la de Tawata de Mtume, o Mary Davis de S.O.S Band, no se olvida, tiene demasiada mismidad. El disco contiene una maravilla: Don´t you ever [try to change me], acogedora como el escote de La Gioconda, y azul como las montañas que hay detrás. Don´t be a fool es el hit, cantada por Linda Carriére, que se acerca en el concepto melódico simple a las producciones exitosas de Jazzie B. Recuerdo una cinta-cassette que trajo de Londres mi novia de entonces, y escuchar la canción, seguida de Lies de Envogue, y Guetto Heaven, de The Family Stand. Pues eso, el disco transcurre animado y certero, con alguna concesión imperdonable: Love controversy, que no sólo recuerda, sino que parece robada del repertorio de Soul ll Soul. Supongo que resultaría muy difícil sobrellevar el triunfo mundial el año anterior de su vecino Jazzie B.
En 1992 sacaron un doble vinilo recopilatorio de sus canciones más notables, remezcladas por los mejores productores y músicos de la época, como Frankie Knuckles [Hangin´on a string], o Gang Starr [A little Spice]. Ésta última es la mejor del disco, que pudiera haber sido incluida en el primer recopilatorio de Jazzmatazz. El trabajo se llama Loose Ends, Tighteen up Vol. 1, con un guiño más al arrasador álbum debut de Soul ll Soul, Club Classic Vol. 1.
En los años posteriores, las apariciones de Loose Ends han sido fugaces. El rapero Pete Rock reunió en 1998 a Jane Eugene y a Carl McIntosh para grabar Take your time, y en el videoclip aparece además Steve Nichol, donde pudo verse de nuevo reunido al trío original Loose Ends. Sin embargo, era el único que faltaba en el concierto que dio el grupo en la sala Indingo de Londres, el pasado día 22 de mayo de 2010.
Pero no quiero dedicar una sóla línea más a la decadencia del grupo tras la separación de la formación original. Para hacer justicia hay que subrayar otra vez la mismidad del grupo. En sólo dos años alcanzaron su personalidad, y un espacio propio dentro del Soul mundial. Loose Ends, en sus tres primeros álbumes, no se parece a nadie. Es el antecedente inmediato –el hermano mayor- del Acid Jazz y Soul ll Soul, así como uno de los grupo propiciadores del New Jack Swing y el R&B. Así debería reconocer la historia su contribución a la cultura Afroamericana. Desde aquí pido que vuelvan a unirse, Carl McIntosh, Steve Nichol, Jane Eugene, y Nick Martinelli. Por favor.
Discografía obligatoria en vinilo:
So where are you – Lp, 1985
Zagora – Lp, 1986
Hangin´on a string [contemplating] - Single 12”, 1985
Stay a little while, child - Single 12”, 1986
Quisiera dedicar este informe a Pepe, nunca supe su apellido, el pinchadiscos de la Discoteca Pomelo de Fuengirola, en el verano de 1986, que el año anterior pinchó en Picapiedra, Carvajal. Mi primer maestro de Funk. Allá donde estés, gracias.