14.3.11

Stevie Wonder






La vida secreta de las plantas.


Publicado originalmente en la sección DISCOS HERMANADOS de la revista en papel Enlace Funk Nº32

Por
Miguel Gómez Losada

Hacía tiempo que tenía ganas de escribir sobre el disco The Secrets Life of Plants (1979) de Stevie Wonder-, y reconozco mis limitaciones para hermanarlo con otro porque no conozco un disco de Soul Jazz Funk que gire alrededor de la vida vegetal como éste. Haciendo un esfuerzo podría considerarse disco hermano Visions of a New World (1974) de Lonnie Liston Smith, que es es el jazzfunker que mejor acude al horizonte, proponiéndonos una fantasía salvaje en la portada del disco, con una pintura donde hombre cielo selva océano son un solo ser. También podríamos emparentarlo con Sextant (1969), el disco más enigmático de Herbie Hancock, un sonido nuevo para la danza de la lluvia.

Era habitual que en muchos discos de Jazz con mirada a África, lo silvestre fuese el guión, pero el disco que nos ocupa es el máximo exponente Soul del panteísmo, donde el Universo, la Naturaleza vegetal y Dios representan el amor infinito.



Journey Throught The Secrets Life of Plants fue la banda sonora compuesta por Stevie Wonder para una película documental de Wallon Green, basada en un libro del mismo nombre. El subtítulo del libro podría definir el disco y también la película: “Un testimonio fascinante de las relaciones físicas, emocionales y espirituales entre las plantas y el hombre”.




El largometraje de más de hora y media fue muy avanzado en su tiempo, argumentaba que las plantas sienten, se alegran y padecen como los demás seres vivos, a pesar de que la comunidad científica diga que esto no es posible por no tener sistema nervioso. Stevie Wonder estuvo acertado como siempre: las instrumentales atmosféricas del disco creaban junto a las imágenes a cámara rápida  una sensación mágica, una botánica misteriosa donde las plantas aparecían humanizadas como en una fábula vegetal.


El disco que nos ocupa salío en 1979 y fue comercialmente difícil. Era una banda sonora de un artista negro, pero no tenía nada que ver con el cine Blaxplotaition; tampoco con el sonido 1979 de otros compañeros de Motown como Rick James. Y por otro lado, se distanciaba demasiado de su disco anterior grabado en 1976 –en tres años al funk le había dado tiempo de diluirse en la música disco y volver a recuperar su esencia con el Rap-.


Guardaba poca relación con la moda de ese año, no hay mas que comparar esta banda sonora con otros musicales de los 70: Saturday Night Fever (1977) y Thank God it´s Friday (1978), paradigmas de la música disco. El supremo doble lp Songs in the Key of Life (1976) no guardaba relación con Secrets Life of Plants: el disco también era doble, pero sólo tenía una canción de amor a la manera de Knocks Me off my Feet, y ninguna musculatura Funk como As o I wish. La vida secreta de las plantas había que escucharlo de otra manera.


El disco comienza como la película Fantasía (1940) de Walt Disney, quien adapta los dibujos animados a La consagración de la primavera de Stravinsky para el episodio de La creación del mundo. Contiene folclore japonés, indio, música africana, jazz, melodías infantiles, baladas soulfunk, desarrollos discofunk, ambientaciones orquestales y música clásica, pareciendo a veces el primer disco de New Age. Aun así, el álbum tiene unidad: las arriesgadas y diversas instrumentaciones parecían árboles traidos de todas las partes del mundo, reunidos en la maravillosa voz de Stevie Wonder a modo de jardín.







Quién sabe cómo siente Stevie Wonder las plantas, desde su ceguera puede que perciba en ellas la obra más íntima de la creación, o quizá las asocie a un recuerdo de caricia materna. El disco repetía una misma melodía en varios de sus cortes, comenzando en First Garden para cruzar por The Secrets Life of Plants y desembocar en Finale como un río que guardara memoria de la vegetación de sus orillas. Parece un tarareo de madre, y cuando suena la armónica emociona por su sencillez.

Invito a quien esté buscando a Dios que lo haga de la mano del gran sacerdote del Soul: Stevie Wonder. Cuando pongo sus elepés en mi tocadiscos siento una frecuencia del universo donde Stevie Wonder y Dios se aman, así como se amaban Juan el Bautista y Jesucristo.  Es lo que le sitúa en mi opinión como el más completo compositor, músico y cantante del siglo XX. Stevie Wonder no hacía de su vida un exceso, su tarea tiene más que ver con el predicamento del amor, quizá por eso los periodistas blancos, alejados de la cultura gospel, no supieran qué hacer con él, y los adolecescentes ávidos de transgresión,  menos. Stevie Wonder propone algo más que buenas canciones. Su fé y la manera de mostrar fascinación cuando un sonido es feliz le convierte en un enviado.








Lamento que las personas mayores repriman el asombro cuando están en público para no parecer ignorantes -si me fascino por algo demuestro que no lo conozco, y a determinada edad hay que aparentar saber de todo un poco-. Por reprimir siempre la sorpresa, el mundo de los adultos es tan aburrido. La fascinación es cosa de niños, ciegos, y valientes.






Para comprender a Stevie Wonder hay que admirar su elevada espiritualidad. Él habla con Dios (Escúchese Have a Talk with God, del Lp Songs in the Key of Life). Dios le otorga el don de la gran música para que el resto de los humanos escojamos sin complejo el camino del amor, que es el más alto ejercicio de la inteligencia.

Secrets Life of Plants es el último disco de la gran época de Stevie, aunque el siguiente Hotter Than July (1980) también podría incluírse, así como la optimista Do I Do y la crepuscular Ribbon in the Sky, canciones escritas en 1982.


Nuestro disco tiene varios momentos estelares, elegiría el single del álbum, Send One Your Love, música para quedarse con la vista perdida y compartir aquella ilusión de André Breton: “Espero a la dama del lago, sé que vendrá”. Come Back As a Flower, que escucho como un canto a la esperanza interpretado por Syreeta, pidiendo al universo que aquel amor irrecuperable, al menos regrese como una flor. Power Flower, por su base rítmica, con la batería más notoria del disco: lenta y funk como la trompa de un elefante cuando ramillea; y la hondísima Eclesiastés, una coral religiosa que suena a Bach, música para el trance a la otra vida. Por supuesto Secrets Life of Plants, que sugiero se escuche en el documental original que hay en internet, donde se ve un plano de Stevie Wonder a tientas por un paisaje volcánico, deteniéndose ante el presentimiento de un árbol, o guiándose por la luz como los girasoles. Eriza la piel.

El disco no es perfecto –pero sí es arte porque se compuso dando prioridad a la necesidad creativa antes que a lo que esperaba el público-. El tema Race Babbling no pega en un álbum tan espiritual, y aunque tiene un magnífico vocoder (leer sobre Stevie Wonder en Zapp & Roger, Discos hermanados/ Enlacefunk Nº31), el tema suena muy rápido, como fuera de sí. El desentono tiene una explicación, la canción ilustraba la velocidad en la autopista en una secuencia a cámara rápida de la película, y como no se proyectó en los cines, la canción en el disco suena desligada. Es la única pieza claramente alejada del mundo onírico vegetal. Dura más de ocho minutos, tiempo que hubiera servido por ejemplo para incluir la maravillosa Overjoyed, compuesta para La Vida Secreta de las Plantas pero no publicada hasta 1985. Me encantaría poder oírla con los arreglos de 1979. El doble álbum hizo historia y se convirtió inmediatamente en un disco de culto.


Sé que existe algo inmenso, puro y bueno. Me atrevo a llamarlo ternura del universo, o la tierra prometida. Es una geografía donde los ríos no olvidan sus primeras montañas, con árboles custodios que guardan los secretos del horizonte: (qué tierras ilumina el sol cuando se esconde, o el lugar donde nacen las estrellas...)
Otras se nos revela como una oscuridad en el pantano, donde las plantas en la orilla, el viento y los pájaros, animan una escena de amor supremo. Es un ideal, una fábula que no distingue entre bondad y belleza, y que al pintarse deja de ser imaginación para extender la realidad.

 
Córdoba. 13 de mayo de 2009